miércoles, 25 de agosto de 2010

Contendores de cultura digitales: la era 2.0


Empecé usando de una forma muy torpe las redes sociales con motivo de la promoción de un local comercial en Madrid a finales del 2008. Jamás pensé que la importancia de internet y su capacidad vírica consistiría precisamente en no monetizar los contenidos sino en saber enlazar estos con gente que verdaderamente les resulte interesante.
Ahora me doy cuenta de la grandeza de compartir el saber y el conocimiento, no es su utilidad lo que le da el valor, sino el medio de por donde llega la información y la recepción del mensaje. Llevo mucho tiempo con mis ojos puestos en el mundo digital y sus variantes sociales como para no darme cuenta de que lo que yo puedo decir/hablar/informar no es ni mucho menos noticia. Pero su poder radica en comprobar la ejecución de lo dicho, de lo hablado, de lo informado, verificar su evolución, su mutabilidad cultural y artística.
Grandes esperanzas manifiesto en los contenedores de cultura digital, significan para mi la constatación de un mundo variable, partícipe de un cambio inevitable: la ruptura de la horizontalidad de la cultura y el arte en el siglo XXI. Actualmente la verticalidad imprime las señas de identidad de un poder roto desde el epicentro de los centros hegemónicos de poder cultural/artístico. Millones de mentes inquietas han democratizado los medios de dar contenido a lo que vemos/leemos/escuchamos/sentimos.
La individualización de los canales de información (es decir la gente que dota de contenido a la red) ha desestabilizado los espacios tradicionales de consumo cultural. Ahora me queda por saber si los nuevos contenedores 2.0 monopolizarán los nuevos espacios, o serán más participativos y colaborativos que los de antes.
La información al igual que el poder cuando se comparte y se fragmenta más dificil será que se monopolice, minifundios culturales y artísticos será la salvación a una industria cultural cada día más Mcdonalizada, uniformalizada por macro eventos que buscan la rentabilidad a base de gustar a todo el mundo.
Y me implico: la Noche en Blanco en Madrid tiene un gasto en un solo día que otras organizaciones y espacios podrían usarlo durante un año.

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